El inquilino
Mario Rota es un acomodado docente de una universidad americana, sumido en la rutina, el desapego y la carencia de cualquier ambición. Una mañana en que sale a correr, se tuerce el tobillo y llega cojeando a casa. Al ingresar al edificio se topa con el nuevo inquilino del piso de enfrente, Daniel Berkowickz, quien es a la vez, el nuevo profesor del departamento de fonología de la universidad en la que el propio Rota trabaja.
A raíz de estos dos hechos aparentemente fortuitos poco a poco todo su mundo se tambaleará.
El nuevo profesor es un tipo con mucho talento, con gran prestigio y que inmediatamente le irá desplazando paulatinamente en todos los frentes, tanto en el ámbito sentimental como en el laboral, quitándole todo aquello que creía suyo por derecho en un verdadero descenso a los infiernos, hasta el catártico final.
La historia está tratada con gran sencillez, concisión y un dominio del ritmo realmente impresionante; en apenas 100 páginas nos plantea una historia angustiosa, que te mete en la piel de Rota y sufres con él.
Es una reflexión sobre el destino y
las posibilidades y oportunidades que te da la vida; la importancia de nuestra
actitud a la hora de decidir si aprovecharlas o desperdiciarlas.
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