La niña alemana

En mayo de 1939 zarpó desde Hamburgo el trasatlántico Saint Louis con 937 pasajeros, la mayoría de ellos judíos alemanes que se dirigían a Cuba huyendo del nazismo. Estos refugiados tenían permisos emitidos por Manuel Benítez, director del Departamento de Inmigración de Cuba y, algunos pocos, poseían permisos extendidos por la Secretaría de Estado y Trabajo.

Mientras el Saint Louis navegaba por el atlántico, Benitez fue destituido en Cuba y el gobierno cubano del presidente Federico Laredo Brú, decide invalidar los permisos y reconocer únicamente los expedidos por la Secretaría de Estado y Trabajo. Cuando a finales de mayo el Saint Louis llega a La Habana no se le permite entrar a puerto y solo unos pocos refugiados, poseedores de permisos no anulados, pueden ingresar al país, entre los que se cuentan Hannah y su madre.

El resto de los refugiados no puede abandonar el barco y deben volver a Alemania. El capitán, un buen hombre, busca países que les acojan pero ni Estados Unidos ni Canadá lo hacen y serán algunos países europeos como Gran Bretaña, Francia, Bélgica y Holanda los que finalmente acaben acogiendo a los judíos. 

Pero “La niña alemana” no nos habla de los que volvieron a Europa sino que nos habla de aquellos pocos que pudieron desembarcar, como fue el caso de Hannah.

La historia se cuenta a través de dos tramas paralelas: una situada en el pasado, en el Berlín de la primavera de 1939 y la otra se sitúa en el presente, la Cuba pre y post revolucionaria y Nueva York después del Atentado a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001. 

Antes de que todo cambiara, la vida de Hannah Rosenthal era de ensueño. Pero ahora, en 1939, las calles de Berlín están embanderadas de estandartes nazis, su familia ha sido desposeída de sus bienes y los judíos ya no son bienvenidos en los lugares que antaño frecuentaban. Hannah Leo Martin, su mejor amigo, sellan un pacto: pase lo que pase, ambos compartirán un mismo futuro.

Siete décadas después, en la ciudad de Nueva York, el día que cumple doce años, Anna Rosen recibe un paquete de Hannah, una tía abuela a la que nunca conoció pero que crio a Leo, su difunto padre. En un intento de reconstruir el misterioso pasado de su padre, Anna y su madre viajan a La Habana para reunirse con la anciana. Hannah les relatará el viaje en el St. Louis, les hablará de sus años en la isla y revelará, por primera vez, el modo en el que ella y Leo cumplieron con el solemne pacto que sellaron. 

Escrita en un estilo sencillo, fluido y ameno, logrando una novela muy entretenida.

Su autor, Armando Lucas Correa se encargó, con rigor periodístico, de contarnos un acontecimiento que estaba olvidado, un caso que pasó desapercibido para millones de personas en todo el mundo, menos para esos 937 pasajeros.

 

El galardonado periodista y autor Armando Lucas Correa, nacido en Cuba, es el editor de PEOPLE EN ESPAÑOL, la revista hispana de mayor circulación en EE.UU. con más de 6 millones de lectores al mes.

Su carrera profesional comenzó como crítico de teatro y danza en Cuba, donde en 1988 fue nombrado editor de Tablas, una revista de artes escénicas con sede en La Habana. 

Correa ha ganado varios premios de la Asociación Nacional de Publicaciones Hispanas (NAHP) y la Sociedad de Periodistas Profesionales (SPJ).

La niña alemana es su primera novela y se publica de forma simultánea en inglés y castellano. 

Actualmente vive en Nueva York.

 

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