Un niño afortunado


El autor de esta autobiografía nos cuenta su paso por los diferentes guetos y campos de concentración a los que fue llevado, durante la II Guerra Mundial, junto a sus padres. Nos explica que tenía 5 años, lo que pensaba cada instante y cómo se fue adaptando a las diferentes situaciones. 

La narración es dura, de un despiadado realismo, desde cómo lo separan de su madre hasta la última vez que ve a su padre. Pero también nos narra aquellas escasas situaciones en las que se vio sorprendido por algún gesto de afecto y preocupación por parte de personas vinculadas al bando nazi. 

Sobrevivió a los campos nazis y retornó a Alemania donde no pudo acostumbrarse, sentía que no “pertenecía”. 

Finalmente, en 1951 decidió emigrar a Estados Unidos. Allí completó su precaria educación, estudió Derecho, ejerció la docencia e hizo carrera como juez en la Corte Interamericana de Derechos Humanos y en la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya. 

Los campos de exterminio no sólo no lo quebraron, sino que lo convirtieron en una persona que buscará siempre la justicia y el respeto de los derechos humanos. 

El autor nos cuenta que, exceptuando un par de situaciones puntuales con las que todavía se emociona al recordarlas, todo lo demás lo tiene asumido tras más de medio siglo internalizando aquello. 

La reflexión final sorprende al declarar la suerte que ha tenido en su vida. Suerte por haber sobrevivido a todos los obstáculos siendo "tan solo" un niño judío. 

"Un niño afortunado" es una obra de una humanidad, lucidez, ternura y tolerancia excepcionales.



Thomas Buergenthal es uno de los supervivientes de los campos de concentración de Auschwitz y Sachsenhausen y, hasta septiembre de 2010, fue juez norteamericano en el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ), en La Haya, máximo órgano judicial de la ONU; una institución creada en 1945 para resolver disputas legales entre Estados que, junto con la vecina Corte Penal, creada en 2002, es referencia en derechos humanos.

Nacido de familia judía alemana en 1934, Thomas Buergenthal consiguió sobreponerse a aquel tiempo trágico, a la dura vida cotidiana, al miedo y la desolación, sobrevivió a los campos nazis y a la terrible “Marcha de la Muerte” de 1945. 

Cuando llegó en barco a Estados Unidos, en 1951, inició su “segunda existencia”. Se formó, se convirtió en profesor universitario y fue miembro de la junta directiva del Museo del Holocausto en Washington. 

Ha sido integrante del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y de la Comisión de la Verdad para El Salvador, entre otros cargos. Cree que la justicia es una casa que se va construyendo “ladrillo a ladrillo

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