Los fuegos de otoño


Los fuegos de otoño está ambientada en el París de entreguerras y cuenta la historia de los tres protagonistas principales que son Martial, Thérese y Bernard. Es junio de 1914 y la I Guerra Mundial está a punto de estallar.

Martial es el mayor de los tres, estudia medicina, sueña con casarse y abrir un estudio donde pueda especializarse en nariz-boca-oídos. Se enamora de Thérese, huérfana de madre y que con solo dieciocho años accede a casarse con él en el verano de 1914. Bernard, tiene la misma edad de Thérese y quiere luchar por su patria, esto lo impulsa a alistarse en el ejército.

La vuelta del frente para Bernard sería un ajuste de cuentas con los que no habían sufrido, iba a querer recuperar esos cuatro años de juventud perdida en el barro para nada. Recuperarlo a través del dinero y de las mujeres fáciles. Del lujo brillante y efímero de esos descontrolados años veinte, donde todos querían su porción de la torta.

En esta novela, Irène Némirovsky refleja maravillosamente una sociedad herida. Hay una crítica feroz a la pérdida de los valores burgueses, acompañada de una profunda compasión por la desesperación de las mujeres que desean amor, confianza y una vida tranquila y feliz.

Centra su mirada en los hombres y mujeres que sobrevivieron, haciendo especial hincapié en esa clase de individuos capaces de rentabilizar una desgracia.

Hace también una descripción dolorosa del abismo que separa a los hijos de sus padres cuando éstos se dan cuenta, que los valores heredados ya no sirven para entender un mundo que ha cambiado después de la guerra.



Irene Némirovsky nació en Kiev en 1903 en el seno de una familia acaudalada que huyó de la revolución bolchevique para establecerse en París en 1919. Hija única, Irene recibió una educación exquisita, aunque padeció una infancia infeliz y solitaria. Irène, de 16 años, pudo retomar sus estudios en Francia y obtuvo en 1926 la licenciatura en Letras en la Sorbona. A los 18 años comenzó a escribir.

Su salto a la fama se produce en 1929 con su novela, David Golder, la primera que vio la luz en forma de libro. Fue el inicio de una deslumbrante trayectoria que consagraría a Némirovsky como una de las escritoras de mayor prestigio de Francia, elogiada por personajes de la talla de Jean Cocteau, Paul Morand, Robert Brasillach y Joseph Kessel. 

Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial marcó trágicamente su destino. Denegada en varias ocasiones por el régimen de Vichy su solicitud de nacionalidad francesa, Némirovsky fue deportada y murió asesinada en Auschwitz en 1942, igual que su marido, Michel Epstein. 

Sesenta años más tarde, el azar quiso que Irene Némirovsky regresara al primer plano de la actualidad literaria con el enorme éxito de Suite francesa, su obra cumbre, descubierta casualmente por sus hijas, publicada en 2004 y galardonada a título póstumo con el premio Renaudot, entre otras muchas distinciones. Las novelas de Irene Némirovsky, publicadas en español por Salamandra, han sido traducidas a treinta y nueve idiomas, demostrando el interés por una autora que se sitúa sin duda entre los grandes escritores del siglo XX.


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