La familia Martin


El libro nos cuenta la historia de un escritor que se encuentra inmerso en un bloqueo y decide que su próxima novela la protagonizará la primera persona que encuentre cuando salga a la calle. Una vez afuera, ve a una anciana cruzando y decide abordarla y contarle su proyecto.

La mujer se llama Madeleine Tricot y el escritor necesita conocer su vida pues será el argumento de la novela que escriba posteriormente. Es así como ella le cuenta que tiene 80 años, que es viuda después de tener un largo matrimonio con René, que tiene dos hijas y que trabajó como costurera para Chanel durante la época dorada de Karl Lagerfeld. Le confidencia además un amor de juventud perdido sin explicación y que la marcó profundamente.

Será Valérie, la hija mayor de Madeleine la que dará un vuelco a la idea del escritor al conocer las intenciones de éste y exigirle que para contar la vida de su madre debe incluir además la de su propia familia. Es así como La familia Martin irrumpe en la historia.

Es una familia encabezada por un matrimonio que agoniza en la rutina, con una esposa hastiada y un marido tan hundido en sus conflictos laborales que no presta atención a nada más. Hay además dos adolescentes que suponen un gran reto para el autor pues son reacios a participar en el proyecto.

Foenkinos nos narra esta novela valiéndose de un escritor protagonista que cuenta los hechos en primera persona, que debe lidiar con personajes reales a los que no puede manipular y de los que no es dueño. Nos habla de lo costoso del oficio de escritor y de la búsqueda de una historia.

Un relato que narra lo cotidiano con un toque personal. Toca temas tan habituales y cercanos como el desencanto con la vida, el acoso laboral, la adolescencia, las redes sociales y la homosexualidad.

Es cierto que La familia Martin no es ese libro que el narrador escribe, sino que resulta ser la historia de cómo se escribe ese libro, en el cuál acabamos sabiendo más del escritor bloqueado que de la familia Martin. Es allí donde radica la gracia, conocer al autor por medio de sus personajes.

Como bien lo expresó Oscar Wilde en su momento, lo que está claro es que preferimos las miserias de los demás que las nuestras. Aún más, nuestras alegrías no son del todo nuestras, queremos que esas alegrías sean de todos y nos pasamos el día subiendo fotos de ellas a cualquier red social.

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