La Dependienta
Keiko Fukuraka es el personaje
principal de la novela. Desde muy pequeña, ha tenido problemas para relacionarse con
las personas y para entender qué significa llevar una vida "normal". De
esta manera, ella va copiando formas de hablar, gestos y estilos en función de
las personas que la rodean.
A su edad ya sospecha que nunca
se va a curar de lo que le ocurre. No sabemos exactamente qué tipo de trastorno
tiene, pero muchos de sus sentimientos y comportamientos parecen ser propios del espectro autista.
Con 36 años y una infancia y adolescencia resumida
como un constante “estar fuera de lugar”, se aferra a un trabajo en un supermercado
como el único espacio liberador de los cuestionamientos que le han incriminado a lo largo de su vida: ¿por qué no
es una niña “normal”?, ¿por qué no tiene novio?, ¿por qué no se ha casado?,
¿por qué a sus 36 años sigue trabajando por horas en una kombini (supermercado japonés abierto las 24 horas),
pese a tener una carrera universitaria? ¿por qué no siente ira o deseo sexual
como sus compañeras?
Keiko ha encontrado su lugar en el mundo cuando forma parte de un establecimiento regido por
un manual que tiene respuestas para todo, cómo vestir, saludar, comportarse en
general. Y es que nuestra protagonista es de una complejidad enorme. Es una
persona que tiene incapacidad para sentir emociones propias y para sentir
placer.
Sayaka cuestiona, a través de varios personajes de su novela, lo
absurdo de las normas sociales, los prejuicios que existen sobre la mujer que
decide quedarse soltera de por vida, el vivir en una sociedad que valora
altamente la productividad laboral y la familia heterosexual. La autora, con
casi nada, ejecuta una obra maestra.
En síntesis, La dependienta describe un Japón contemporáneo, citadino y alienado laboralmente.
Nacida
en la prefectura de Chiba en 1979, Sayaka Murata es hija de un juez
y ama de casa; trabajó durante casi 18 años en una tienda de
conveniencia . El horario regular le sentaba bien, ya que podía
escribir cuando no estaba trabajando.
Graduada
en la Universidad Tamagawa y mientras estudiaba
en la universidad, tomó lecciones privadas de escritura con el novelista Akio Miyahara.
Ganadora del Premio Akutagawa en 2016 por Konbini ningen (La dependienta), un superventas que superó el millón de ejemplares en Japón.
Obtuvo el Premio
Gunzō de Escritores Noveles por Junyū (Lactancia)
en 2003, el Premio Noma de Escritores Noveles por Gin’iro no uta (Canción
plateada) en 2009 y el Premio Mishima Yukio por Shiroiro no machi no, sono hone no taion no (La
temperatura de aquellos huesos en una ciudad blanca) en 2013.
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