Los perros duros no bailan


La historia tiene como protagonista a Negro, un perro mestizo, cruce de mastín español y fila brasileña. Antiguo perro, luchador de peleas clandestinas, tiene ya ocho años, está cansado, ha tenido una vida muy dura y ahora, sólo quiere pasar sus días tranquilo, vagabundeando por las calles y alternando con sus amigos. No obstante, mantiene sus principios y sus lealtades.

Los diferentes personajes con los que Negro se va encontrando son muy variados, así como sus historias. Margot es una perra argentina resentida, áspera y feminista que administra el Abrevadero de MargotDido es una setter irlandesa tirando a rubia y de andares elegantes, Teo es un sabueso rodesiano, serio y fuerte, Boris el Guapo es un borzoi  de ojos dorados, pelo largo sedoso y collar de cuero trenzado, un aristócrata, Mórtimer es un insensato y divertido teckel, que guía a Negro a la terrible Cañada Negra, Helmut y sus secuaces son tres descerebrados dóberman neonazis. También están Snifa y Fido, perros policía.

Un buen día, Negro descubre que dos de sus amigos han desaparecido sin dejar rastro, y esto lo preocupa al extremo de comenzar a buscarlos.

Narrado en primera persona, por el propio protagonista, el relato es crudo, pues muestra la violencia y la rudeza a la que están expuestos, tanto los perros como los humanos, pero también señala la compasión, el miedo y el amor que suele manifestarse entre ellos.

Por otra parte, el autor ameniza su historia con constante humor negro, y algunas referencias a películas como "Gladiador" y "Espartaco". Con un estilo sencillo y muy dinámico y un argumento que engancha, logra que se lea de un tirón.

La historia es un airado reclamo a la crueldad humana que abandona a sus mascotas, pero es también una denuncia a las peleas clandestinas y a los criaderos que explotan sin miramientos a hembras caninas para que se reproduzcan y así vender sus crías en un círculo vicioso interminable.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La chica que escapó de Auschwitz

En el café de la juventud perdida

El buzón de las impuras