El expreso de Tokio

 

Una mañana, los cadáveres de un funcionario ministerial, sobre el que se está llevando a cabo una investigación por corrupción, y de una camarera aparecen en la playa de la isla de Kyushu. Dada la proximidad y la postura de los cuerpos se da por hecho que son dos amantes que se han suicidado. Sin embargo, el veterano policía local, Jutaro Torigai sospecha de esa primera conclusión.

Sus sospechas serán el inicio de una investigación que el subinspector Mihara, de la Policía Metropolitana de Tokio, tendrá que completar.

El autor utiliza, como paisaje y motivo de la historia, el eficiente sistema ferroviario del país, y que constituirá el centro de un relato en el que retrata la corrupción política. 

La trama de la novela, que en principio parece muy sencilla, se va complicando cuando los dos policías encuentran un montón de pequeñas piezas que consiguen enlazar en su lugar correcto y lograr que todo tenga sentido. 

El estilo es directo, sin rodeos ni adornos innecesarios, el ritmo utilizado en la narración es trepidante y muy absorbente y cuando existe cierta complejidad en la exposición de sus teorías, se incluyen algunos gráficos muy necesarios para aclarar ciertos puntos. 

En síntesis, una entretenida historia de trenes, horarios y negocios ocultos

Seicho Matsumoto (1909-1992) fue un prolífico escritor japonés.

Nacido en la ciudad de Kotura, no recibió una educación formal, empezó a trabajar como periodista en Asahi, uno de los periódicos más importantes de Japón.

Comenzó a publicar cuando ya tenía más de cuarenta años, pero su carrera literaria no despegó hasta su segundo libro, cuando recibió el premio Akutagawa por Historia del diario de Kokura (Aru Kokura-nikki den). 

El expreso de Tokio se publicó por entregas en una revista en 1958 y obtuvo un éxito inmediato, su reedición en forma de libro lo convirtió en uno de los mayores best sellers de la posguerra japonesa. 

Matsumoto recibió alguno de los más prestigiosos premios literarios de su país y está considerado como uno de los principales escritores japoneses de novela negra. Entre su obra destacan: La voz (Koe, 1955) El expreso de Tokio (Ten to sen, 1958), El inspector Imanishi investiga (Suna no utsuwa, 1961) y Sin ánimo de lucro (Kiri no hata, 1961).


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