Cualquier verano es un final
La amistad, el amor y el fin de la juventud son los temas abordados
en esta historia narrada por Yorick, un hombre que ha
superado un tumor cerebral y cuya vida no ha sido del todo satisfactoria. No
obstante, profesionalmente se siente bastante realizado, pues ha creado una
pequeña editorial que le ha regalado varios de sus mejores momentos.
La editorial de
Yorick sobrevive, en gran parte, gracias a Alma, pues es una
excelente ilustradora. Yorick siente una gran admiración por ella, por su
profesionalidad y por su independencia, por lo que mantienen una estrecha
amistad.
Por otro lado, tiene
un gran amigo, Luiz a quien mantiene en un pedestal, siente por él una absoluta
admiración rayana en la obsesión. Un amigo que con algo de decepción, un tanto
de pereza y actitudes propias de un dandi, intenta decidir entre seguir
adelante una vez llegados a la madurez, o bien, despedirse de la vida
tranquilamente y sin dolor. Entonces opta por alojarse en uno de los pocos
lugares del mundo en el que puede hacer esto de forma legal.
La historia nos
narra cómo nos afecta el paso del tiempo, cómo vamos envejeciendo y a veces
sintiendo que una vez que alcanzamos la madurez, ya no tenemos mucho más que
aportar al mundo, y eso nos hace sentir un tanto inservibles.
Cualquier verano es
un final nos invita a
reflexionar sobre un tema con límites tanto éticos como jurídicos: el suicidio
asistido y el derecho a decidir.
Una lectura que
atrapa y convence, una narración con un aire de nostalgia: algo que se va
perdiendo con el paso de los años recordándonos que nada es eterno.
Ray Loriga (Madrid,
1967), novelista, guionista y director de cine, es autor de las novelas Lo peor de todo(1992), Héroes (1993), Caídos del cielo (1995), Tokio ya no nos quiere (1999), Trífero (2000 y
2014), El hombre que
inventó Manhattan (2004), Ya sólo habla de amor (2008), El bebedor de lágrimas (2011), Za Za, emperador de Ibiza (2014), Rendición (2017; Premio
Alfaguara de novela) y Sábado, domingo (2019); de Sombrero y Mississippi (2010), y de los libros de relatos Días extraños (1994), Días aún más extraños (2007) y Los oficiales y El destino de Cordelia (2009).
Su obra literaria,
traducida a quince idiomas, es una de las mejor valoradas por la crítica
nacional e internacional.
Como guionista de
cine ha colaborado, entre otros, con Pedro Almodóvar y Carlos Saura. Ha
dirigido las películas La pistola de mi hermano, adaptación de su novela Caídos
del cielo, y Teresa, el cuerpo de Cristo.
Ha colaborado en
publicaciones como Ajoblanco, El Europeo, El País y El Canto de la Tripulación.
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