Sábado
La novela nos narra las veinticuatro horas en la vida de Henry Perowne, un renombrado neurocirujano. Es el 15 de febrero de 2003, y la ciudad de Londres se manifiesta contra la guerra de Irak.
Henry Perowne se despierta en medio de la noche e incapaz de conciliar el sueño, se levanta y se dirige hacia la ventana de su dormitorio. En ese momento, ve pasar un avión en llamas.
A la mañana siguiente Perowne recuerda el accidente del avión y de algún modo equivocado lo relaciona con la manifestación contra la guerra de Irak que se despliega por las calles de Londres.
En medio de tumultos y cortes de tráfico Perowne se mete con su coche de lujo en un barrio equivocado. Y este hecho casual marca la trama de la novela. Un choque sin mayores consecuencias consigue que una esperada reunión familiar se convierta en una escena de terror. La amenaza de este sábado no fue un avión suicida, ni la inminente guerra contra Irak sino más bien una grieta en su tranquilidad burguesa.
Superado el incidente, igual que al inicio, Perowne vuelve a la ventana, y reflexiona. La inquietud en su vida ya no proviene del mundo exterior, sino del paso del tiempo. Llegará el día en que su madre morirá, en que sus hijos se irán y él se hará viejo. Todo esto simplemente ocurrirá y de un modo tan ajeno a su control como la guerra de Irak, o el accidente aéreo que vio horas antes, desde este mismo lugar.
Debo destacar que en la novela, el manejo del tiempo es genial: se desacelera con el pensamiento del personaje principal y se acelera en los momentos de acción.
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